De la pizarra a la libreta
En la escuela primaria se aprendía a escribir copiando las muestras que los maestros ponían en el encerado, los alumnos las copiaban primero en su pizarra individual con pizarrín, muchas veces hecho por los mismos niños, y posteriormente cuando se alcanzaba dominio en el trazo se pasaba a papel, que podía ser rayado o sin rayar, pero siempre era escaso; por eso se pasaba a la libreta escolar de una sola raya, aquello que era correcto y que debía guardarse como si de un tesoro se tratara, el resto de la vida.
Existen cuadernos de caligrafía para alcanzar soltura en el trazo, compuestos por sencillos palotes, apoyados con toda una serie de instrucciones sobre la manera correcta de coger la pluma y conseguir el grueso deseado. La práctica de la escritura incluye instrumentos cómo el portaplumas, la plumilla, la tinta, azul, negra y roja y el secante que la mayoría de las veces incluía marcas de publicidad.
Había cuadernos para cada nivel de aprendizaje y cada tipo de letra: Inglesa, gótica o francesa. La más utilizada era el método caligráfico de Iturzaeta, que utilizaba letra bastardilla española, la más sencilla y clara.
